Corrieron hacia el arroyo, dando un gran salto
cruzaron sin problema, se podían escuchar perros que iban hacia ellos. Continuaron
corriendo, se les paso por la cabeza la idea de treparse a los árboles, pero de
repente aparecieron helicópteros. Ya corrían desganados con la certeza de que
no escaparían cuando, sin darse cuenta, llegaron hasta una cueva, sin pensarlo
dos veces, entraron. Se quedaron muy callados tan callados que no respiraban.
Los hombres de traje negro entraron a la cueva, la revisaron toda y no los
encontraron, los dieron como perdidos y dejaron de buscarlos. Las extrañas
criaturas se hicieron visibles, al parecer se habían echo invisibles para que
no los encontraran, muy astuto de su parte. Continuaron corriendo hasta que
llegaron a una carretera, de repente empezaron a cambiar de forma y aspecto, ya
no se veían raros, ahora eran solo un cuarteto de jóvenes compuesto por dos mujeres
y dos hombres. Luego hicieron dedo hasta que una pareja de ancianos los subió a
su auto, por suerte había lugar para los cuatro. En el camino la pareja les
hacia pregunta a los cuatro jóvenes, el que más hablaba era el joven de
cabellos rubios y ojos más claros que el cielo.
El viaje fue largo pero llegaron a su destino.
La pareja les ofreció a los jóvenes llevarlos hasta sus casa, pero ellos se
reusaron. La pareja siguió su camino.
Caminaron hasta llegar a un parque, que al
parecer estaba vacío. Se sentaron en las hamacas a pensar. -¿Y ahora que
hacemos?- pregunto una de las chicas. -Primero debemos tener nombres- Respondió
el chico de ojos claros con aspecto de líder.
Señalo a cada uno y los fue nombrando, como un
niño dándole un nombre a su mascota. A las dos chicas las nombro Kamitza y Lúa.
Al chico Cleto y él se dejo su nombre, Ignitus, solo lo hiso por capricho por
que estaba muy orgulloso de su nombre. Todos quedaron conformes con sus
nombres, no uvo quejas.
Caminaron un par de calles hasta que llegaron
a una casa abandonada. Entraron a ver si vivía alguien allí. Revisaron todo y
no encontraron señales de que alguien o algo este viviendo allí. Estuvieron
toda la noche ordenando lo que seria su nuevo hogar.
Al día siguiente se dirigieron a la escuela
más cercana. Ignitus y Kamitza esperarían afuera hasta que Lúa y Cleto
terminaran los trámites. Una vez adentro, Lúa y Cleto se dirijieron al baño sin
levantar sospechas, allí tomaron forma de un par de adultos. Hablaron con el
director lo engañaron diciendo que asistirían en su institución cuatro de sus
hijos. El director cayó en la trampa, completaron el trámite y listo. Si ellos
querían podían comenzar sus clases ese mismo día. Quedaron de acuerdo con el
director, y se marcharon felices. Lúa y Cleto otra vez se dirigieron al tocador
para retomar su forma de jóvenes adolecentes.
Luego se reunieron con Ignitus y Kamitza, les
explicaron lo hablado con el director y decidieron entrar a comenzar sus clases
como alumnos de esa institución.
Entraron a su clase, el profesor los presento
a los demás alumnos, se sentaron en sus bancos y comenzaron las clases como
cuatro niños normales.
Después de un año los queridos visitantes ya
no se sentían extraños, sentían que la tierra era su casa, se sentía en su
casa, y querían permanecer siempre así. De repente aparecieron un grupo de
adolecentes, eran como ellos de otro planeta. Lúa y Cleto querían volver a su
casa, pero Ignitus y Kamitza se avían encariñado con este planeta y querían
permanecer allí. Los visitantes les dieron hasta el anochecer para elegir su
camino. Los cuatro jóvenes se sentaron a pensar sobre la situación en la que
estaban pasando.
Al llegar la noche los visitantes con forma
humana volvieron para escuchar la decisión que avían tomado. Ignitus y Kamitza
eligieron quedarse, Cleto y Lúa no aguantaban el egoísmo y maldad de los seres
humanos asía su propio planeta, ya no podían ver como lo humanos destruían lo
que ellos llamaban hogar. Cleto y Lúa se despidieron de sus amigos, de repente
a los cuatro les empieza a salir agua de los ojos. -¿Qué es esto?- se
preguntaba Cleto mientras se secaba los ojos. -Esto es a lo que los humanos
llaman estar triste- Le respondió Kamitza. –No debemos estar tristes pronto nos
reuniremos de nuevo- Dijo Ignitus. Se dieron un abrazo de grupo y luego Cleto y
Lúa subieron a la nave. -¡Prometo que cambiare a este planeta, les mostrare a
los humanos la importancia de vivir la vida!- Grito Ignitus antes de que se cerrara
la puerta de la nave. La nave despego, Ignitus y Kamitza se quedaron observando
la nave hasta que desapareció del cielo.
Hasta el día de la fecha Ignitus y Kamitza
tratan de cambiar el futuro del planeta tierra.
Fin.
Autora: Laura Lucero
Autora: Laura Lucero
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