28 mar 2012

Thoughts in the last desperate moments.





 Cuando se me ocurrió recorrer el tren, no pensaba que pudiera encontrar a aquel hombre. Camine al lado del él con la mirada baja, tuve la suerte de no  ser reconocido. De repente el tren se detuvo, aun faltaban 3 estaciones para llegar a mi destino. Sin pensarlo dos veces baje del tren, esperaría en la estación hasta el próximo tren, eso fue lo que pensé. Me apoye sobre una de las columnas con mi única valija a mis pies, en ella llevaba dinero, ropa y un paquete que se me fue encargado entregar. Mire al cielo que estaba gris, al parecer se acercaba una fuerte tormenta,-espero llegar antes que la lluvia caiga- era lo único que podía pensar en ese momento, me preocupaba el no llegar a tiempo.
 Miro el reloj de la estación, ya eran las 3pm. y el tren no se veía venir. –Tal vez se halla retrasado, no debo preocuparme- me repetía para calmarme. Escucho un tintineo de campanas, eran de una niña de al parecer 6 años, se veía muy feliz tocando sus tres campanitas. Ella feliz bailaba al ritmo de la música, cada vez se acercaba más al borde de la estación. Mire alrededor pero no había nadie, tal vez sea una niña de la calle, al parecer su pie derecho perdió el ritmo ya que resbalo en el borde. Corrí hacia ella y logre alcanzarla – ¿estas bien?- le pregunte preocupado mientras la alejaba de la orilla, -s-si gracias- tartamudeo un poco al contestarme. Del bolsillo izquierdo de su campera saca una bolsita roja, en ella guarda las campanas. La niña con cara de preocupación empezó a recorrer la estación, ¿Qué es lo que buscaba?.
 Una luz choca en mi cara y luego desaparece, era una campana que estaba tirada en la estación del frente. Era fácil el pensar en dar la vuelta y recuperarla, pero la campana se encontraba debajo de la estación. Mire hacia ambos lados y no había rastro del tren, asi que me decidí a bajar por la campana. Salte las vías y llegue a donde se encontraba la campana, di la vuelta para regresar, ahora solo me faltaba subirme. Asome mi cabeza y allí estaba la niña llorando por su campana, -oye niña!, ¿buscabas esto?- le grite. Sus lágrimas desaparecieron y su llanto fue cambiado por una hermosa sonrisa. –Muchas gracias- me dijo feliz, yo le devolví una sonrisa.
 Escuchaba un sonido pero no podía descifrar de donde venia, la niña se puso seria y me señalo algo con el dedo. Seguí su dedo con mi mirada, ese era el sonido del tren. Me apresure en subir, pero mi pantalón se atoro con algo. Nunca uso pantalones tan largos, pero solo por este día quise probar un nuevo estilo, quien iba a imaginar que este cambio me costaría la vida. La niña desesperada trato de subirme, pero el tren se veía más de cerca. Desatore mi pierna y rompí el pantalón, rápidamente me tire debajo de la estación.
 Me pegue a la pared y me quede congelado, no podía moverme, un simple movimiento sería un error que no podría reparar. Levante un poco mi vista, podía ver a las personas que bajaban del tren, todas ellas no notaban mi presencia. Sonó el tren anunciando su partida, aquel sonido dejo un zumbido en mis oídos. Nuevamente me quede quieto, solo debía esperar a que el tren partiera hacia su destino. Ahora que lo pienso este era el tren que debía tomar, tal vez nunca llegue a mi hogar, no volvería a ver el rostro de mi amada esposa… pero que desesperantes pensamientos, el tren se mueve lento.
 Cerré mis ojos y me imagine en mi hogar, ella a mi lado como siempre sonriéndome. Era lo único que podía hacer, solo cerrar los ojos y rogar por que el tiempo pase rápido. El suelo temblaba, pero el temblor se iba desvaneciendo, el tren ya se estaba yendo.
 Abrí mis ojos y el tren ya no estaba, subí rápido, tal vez la niña estaba preocupada por mí. La estación estaba vacía lo que me parecía raro, sacudí un poco mi ropa y salí de la estación. En la calle había mucha gente reunida, parecía que miraban algo, tal vez algún accidentado. Me acerqué solo por curiosidad. Me abrí paso entre la gente, esa ropa me era muy familiar. Quise ver la cara de aquel hombre que yacía casi muerto en el suelo, pero los enfermeros lo levantaron en una camilla. Cuando levantaron a aquel hombre, callo algo que al parecer era de su bolsillo. Lo levante, era una foto, la observe atónito. En esa foto estaba mi esposa y a su lado estaba yo, no comprendía nada, como era esto posible. De repente me invade un dolor fuerte en todo el cuerpo, me  caigo al suelo, mis ojos se van cerrando lentamente. Trato de que no se cierren, tengo miedo de no poder despertar. Finalmente mis ojos se cierran contra mi voluntad…
 Escucho una voz que me llama. Abro los ojos, al parecer estaba en el hospital, pero ¿por qué? ¿Cómo  llegue aquí?. Siento algo pesado en mis piernas, despacio y con cuidado me voy sentando. Era ella estaba dormida, toco su mejilla que estaba mojada, tal vez estuvo llorando. Acaricio su pelo y ella se despierta. Sonríe como siempre lo hace. Espero a que se calme y le pregunto lo sucedido. -¿Qué acaso no te acuerdas?, tu ibas bajando del tren cuando del otro vagón bajo un hombre y te disparo.-, quede sorprendido, entonces todo fue una imagen de mi cabeza. Aun así estoy agradecido de seguir con vida y de ver su sonrisa, ahora sus sonrisas no serán las mismas.
Fin.
Autora: Laura Lucero

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