Gaspar es un gato
joven, vivió unos pocos meses con su madre y luego lo separaron de ella. Como
todo gato fue a parar a una tienda de mascotas junto con otros gatos. Los demás
gatos le tenían miedo, se preguntaran ¿Por qué?, es que Gaspar no era marrón o
blanco, ni tampoco con manchas, no el era negro. Era tan negro que apenas
lograba uno ver su osico, tenía el ojo derecho rojo carmesí, y el izquierdo
gris claro como la luna. No solo los gatos de la tienda le temían, los demás
animales no se le acercaban. Imagínense el terror que le tenían, ni siquiera la
serpiente se le acercaba. Pobre Gaspar nadie lo quería, todos le temían.
Los días y las
semanas pasaban, y nadie lo adoptaba, poco a poco la tienda se iba vaciando.
Dentro de unos cuantos meses ya no abría más animales. Gaspar se negó a ese
futuro triste y desolado que le esperaba, así que, con sus garras logro abrir
la puerta de su jaula. Trepo sobre una pila de cajas hasta llegar a la ventana
que se encontraba abierta. Dio una última mirada a sus asustadizos amigos y
salto.
Camino y camino, solo
iba acompañado de la luz de la luna y la dulce oscuridad que lo abrasaba en esa
fría noche. Todas las noches Gaspar se pasea por los techos de las casas,
siguiendo a la Luna, quien lo guía en su camino. Pobre gato, estaba tan
acostumbrado en andar por la oscuridad que la luz de Sol le dañaba los ojos.
Cada ves que se cruzaba con un humano, este huía de horror. Hasta que un buen
día se cruzo con una pareja, la pareja al verlo no corrió. Gaspar se les quedo
mirando, no sabia como reaccionar. De repente la mujer sonríe, y se acerca
lentamente hacia Gaspar. Gaspar se asusta un poco, y da un paso hacia atrás. La
mujer se ríe y extiende su mano hacia él. El gato negro siente la mano de la
mujer tibia y cálida, como la oscuridad que siempre lo acompaña. Estaba tan
feliz que maulló de felicidad, al maullar el pobre gatito se asusta, él nunca había
echo un sonido parecido a este. El hombre que se encontraba detrás de la mujer,
alzo a Gaspar y lo cubrió con sus brazos. La dulce mujer saco una manta de su bolso
y la coloco sobre el gato negro. El dulce gatito al sentir seguridad y
protección quedo profundamente dormido, le alegraba mucho el echo de que había
encontrado a alguien que lo acurrucara como la oscuridad, y que le brinde su
dulzura como lo hacia la Luna todas las noches.
Gaspar abrió sus ojos
lentamente, unos rayos de Sol chocaban contra su cara, así que el gato negro
corrió debajo de la cama, en donde se encontraba descansando, solo quería
refugiarse de la Luz del Sol. Estuvo allí un tiempo largo, asta que de la
puerta ve asomarse a la dulce mujer. Sintió una felicidad enorme al verla,
quería correr hacia ella, y que ella lo cubriera con sus suaves y cálidos
brazos, pero su enemigo se lo impedía. La joven se agacho y se encontró con
Gaspar, él se alegro aun mas por que lo había encontrado rápidamente. La dulce
mujer extendió su mano para sacar a Gaspar, este se le acercó sin ningún
problema. Pero al alzarlo Gaspar quedo expuesto a los rayos del Sol. El pobre
gato asustado volvió debajo de la cama. La joven no sabía lo que le ocurría,
cubrió al gato asustado con una manta y lo llevo a una veterinaria. Él
veterinario reviso los ojos de Gaspar, los ilumino con una linterna, el gato
asustado confundió la luz de la linterna con la del Sol así que salto hacia su
ama. El veterinario le explico que Gaspar sufría de una sensibilidad asia las
luces fuertes. Le dio algunos consejos y luego se retiraron.
Pasaron semanas y
meces, y Gaspar seguía con la misma sensibilidad en sus ojos, al parecer no
tenia cura. La pareja ya se había acostumbrado al problema de él, todas las
noches se turnaban para salir a pasear con el gato. Esa era su rutina, de día
trabajaban y de noche pasaban tiempo con su amado gato, no lo consideraban como
una mascota, lo trataban como tratarían a cualquier persona.
Los años pasaban, la
pareja envejecía el gato permanecía igual. El gato negro sabía que no podía
escapar del futuro solitario que lo esperaba, tarde o temprano los brazos
cálidos y protectores desaparecerían. El sabía todo eso pero no quería escapar,
él quería permanecer con ellos hasta en sus últimos días.
Después de 5 meses
sin previo aviso ocurrió lo que Gaspar más temía, la muerte de sus padres.
Padres así consideraba a lo que otros animales llamaban amos. Ellos se
acostaron en sus camas como todas las noches y jamás despertaron. Gaspar estaba
muy triste, de sus ojos caían lagrimas, se sentía decaído no quería apartarse
de ellos, trato de despertarlos pero no funcionaba. Aunque él sabia que no
despertarían, no podía aceptarlo, negaba la muerte de sus amados padres.
De repente de la
puerta aparecen uno hombres vestidos de blancos, traían una cama rara que jamás
había visto. Acostaron a los padres del gato negro en esas camas raras, y los
cubrieron con unas bolsas negras. Esos hombres venían a llevarse a sus padres,
Gaspar presentía que no eran malas personas así que solo se acostó sobre el
cuerpo de su madre. Fue un largo viaje hasta que al fin llegaron, el gato negro
observaba todo con mucha atención, pasaron por unos largos pacillos, hasta que
de repente unas manos frías lo separan de sus padres. El pobre gato empieza a
maullar, trata de escapar, pero no lo consigue.
Fue llevado hasta una
sala en donde allí se encontraban muchas personas llorando, había una joven que
mas le causo curiosidad. El hombre de las manos frías lo dejo con esa joven,
ella se encontraba muy triste, el gato la observo con mucha atención, la joven
se parecía mucho a su madre. Él savia que no era su madre las manos no eran
igual de cálidas. Gaspar trato de animar a la joven, pero esta continuaba
llorando. Miro hacia su alrededor y se preguntaba así mismo, ¿por qué lloran
estas personas?, ¿por qué están tristes?. Quería preguntarles tantas cosas,
pero no podía, lo único que podía hacer era maullar.
El gato negro decidió
quedarse con la joven cuyos rasgos eran iguales a los de su madre. Pasaron tres
días desde que no veía a sus padres, él savia que no despertarían pero aun así
quería volver a verlos. Al cuarto día de su estancia en la casa de la joven
paso algo raro, la joven tomo algo del cajón y se lo puso a Gaspar, no savia
que era esa cosa en su cuello, pero aun así le gustaba por que era de color
negro como él. El gato curioso observaba todos lo movimientos de la joven, le
pareció raro que se vistiera de negro, ella normal mente usaba colores con
tonos pasteles.
La joven alzó a
Gaspar y lo cubrió con una manta, una vez afuera se subieron a un auto blanco
en el cual también había personas vestidas de negro. El viaje no fue muy largo,
llegaron a un lugar parecido a un parque, al gato le gusto pero era raro a la
vez, ¿por qué habían maderas clavadas en la tierra formando una forma rara?, también
habían muchas flores acomodadas unas al lado de otras, todos eso era raro para
el gato.
La joven cargo al
gasto hasta llegar a una especie de iglesia, en el medio habían dos cajones. El
gato negro y la joven se sentaron, Gaspar observo su alrededor y observo a
personas llorando, y a otras reteniendo sus lagrimas. Una por una las personas
se acercaban a dejar flores en los cajones, luego llego el turno de la joven
quien también dejo una flor, pero no era como las demás ella dejo una rosa. El
gato negro sintió una enorme curiosidad por lo que estaba adentro de las cajas,
así que dio un gran salto y llego a trepar a uno de los cajones. Adentro se
encontraban sus padres, Gaspar maulló de la felicidad, le corrían lágrimas de
los ojos, no podía creer que tenía una oportunidad más de ver a sus amados
padres. La joven y Gaspar se quedaron hasta que ya no quedo nadie en la sala.
El Sol ya no molestaba, se había ocultado para dejarle lugar en el cielo a la
dulce Luna. Subieron a un auto que los llevo hasta la casa de la joven.
Al bajar del auto el
gato negro no quería entrar a la casa, quería ser abrasado por la dulce noche,
y que la dulzura de la Luna calmara su tristeza. La joven al solo ver a Gaspar
savia lo que él quería, así que lo llevo a pasear. Caminaron toda la noche, y
cuando amaneció el gato negro ya no se encontraba a su lado. La joven no hiso
más que esperar a ese solitario gato, algo le decía que iba a volver.
La siguiente noche el
gato volvió, la joven se puso muy feliz. Desde ese día la joven espera a Gaspar
todas las noches, aunque le gustaría
saber por que solo aparece en la noche.
Pobre niña no se a dado
cuenta que aquel gato negro se ha vuelto uno con la oscuridad. Todas las noches
la dulce luz de la Luna lo guía hacia la casa de aquella joven, solo para
hacerle compañía.
FinAutora: Laura Lucero
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